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Cuba: ¿profundizar el socialismo?

Cuba: ¿profundizar el socialismo?

Kaos en la Red

Guillermo Almeyra

La Jornada Quincenal

Para juzgar los cambios políticos no hay que basarse en las declaraciones y las intenciones, a veces sinceras, de quienes los promueven, sino en la lógica interna de dichos cambios y, sobre todo, en las fuerzas sociales en que ellos se apoyan o que les impulsan a entrar en movimiento. Además, como la política no es una ciencia exacta, conviene ver “en cabeza ajena” los resultados de la línea que se propone como la mejor, sobre todo si se piensa en la construcción del socialismo y se habla de “profundización” del mismo (que, por otra parte, aún no existe).

Ahora bien, en el momento en que Cuba trata de adaptar los modelos chino o vietnamita, Vietnam, a pesar de todas las restricciones al derecho de huelga, sufre una ola creciente y sin precedentes de conflictos sindicales espontáneos (pues en este medio año ella llega ya a 220 grandes conflictos, contra 210 durante todo el año pasado), debido a que la inflación de casi 18 por ciento anual devora los salarios, los cuales no alcanzan 60 dólares mensuales en promedio.

Al mismo tiempo, el gobierno cubano acaba de autorizar a todas las empresas privadas a contratar trabajadores asalariados. Si tenemos en cuenta que las llamadas empresas estatales “socialistas” no son tales, porque la relación de propiedad no ha cambiado las relaciones de producción capitalistas, pues en esas empresas “socialistas” rige una disciplina vertical y los asalariados colaboran a su explotación mediante el trabajo de salario por rendimiento (o a destajo) o dependen de una serie de premios y castigos decididos por la dirección, como en cualquier empresa capitalista del resto del mundo, vemos que se está produciendo un poderoso reforzamiento del capitalismo en la isla.

El reciente congreso del PCC en sus resoluciones, además, legaliza ese curso cuando dice que el objetivo es dar a todos ”igualdad de oportunidades”, pero sin “igualitarismo”, cuando esa “igualdad de oportunidades” (entre un campesino tzeltal y un millonario mexicano o un inmigrante árabe y un financista europeo) es sinónimo de la igualdad y libertad sólo ante el mercado, o sea, es sinónimo de las políticas neoliberales capitalistas y la justicia más elemental requiere en cambio una discriminación positiva, ayudando mucho más a los que son más débiles en la vía democrática de la libertad, igualdad y fraternidad, que fue fijada por la Revolución Francesa ya hace más de dos siglos.

Por si esto fuera poco, el congreso partidario no definió hacia dónde espera que vaya Cuba y, por el contrario, sostuvo que establecerá un “equilibrio entre el mercado y la planificación”. Ahora bien, el mercado es mundial y no depende del gobierno cubano y, mediante los precios de los productos que Cuba debe importar o la estabilidad o inestabilidad de los países que comercian con Cuba a pesar del bloqueo, determina el curso de la economía de la isla. O sea que la burguesía mundial influye ya poderosamente en Cuba aunque en ésta –todavía– no se haya desarrollado una nueva burguesía local a partir de las capas privilegiadas de la burocracia y de la población (a las cuales, por otra parte, se dirigen todas las concesiones, como el derecho a comprar autos nuevos o casas, o a viajar al exterior, cosas que son imposibles para los pobres).

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