Todo está bajo control (o no)
Rebelión
Por Toño Hernández
Ecologistas en Acción
Serias dudas sobre la credibilidad e independencia de los "expertos" nucleares
Repasando las declaraciones de un gran número de ‘expertos’ nucleares sobre la catástrofe de Fukushima, se observa un patrón de respuestas que se cumple a rajatabla en todo tipo de accidentes nucleares, sean graves o leves: primero, negar y ocultar que pase nada (si se puede); segundo, minimizar los daños y los riesgos; tercero, desviar la culpa hacia una mala praxis u otro elemento ajeno (catástrofe natural, etc.); cuarto, desinformar, reducir la información o volver a ocultar el asunto. Y sobre todo, afirmar que los niveles de seguridad están garantizados o lo serán gracias a los rigurosos análisis de los técnicos, que es en quienes hay confiar. Lo malo es que cuando se contrastan esas opiniones de los expertos con la realidad, el resultado no resulta nada tranquilizador.
La catástrofe nuclear de Fukushima, tras el terremoto y tsunami del 11 de marzo en Japón, ha desencadenado un sinfín de reacciones en los medios. Declaraciones e informes de expertos trataban de tranquilizar a la población y garantizar la seguridad de la tecnología nuclear. El Gobierno, así como sectores académicos insistían en que sólo los expertos podían explicar y valorar lo que estaba sucediendo.
Pero un repaso a las declaraciones de los primeros días puede permitir a cada cual hacerse una idea de la fiabilidad y confiabilidad que se pueden depositar en las personas que defienden la seguridad de nuestro parque nuclear.
Valoración de la gravedad del accidente, la seguridad y control de la situación
El día 12 de marzo María Teresa Domínguez, presidenta del Foro Nuclear Español afirmaba que “la situación estaba controlada” y que era “innecesario” calificar la situación de “alarma”(1). Los calificados por los medios como expertos, a la vez que acusaban a los sectores ecologistas de querer arrimar el ascua a su sardina alarmando a la ciudadanía, afirmaban que se trataba de un situación mucho menos grave que la de Three Mile Island.
El 13 de marzo, a la vez que el Gobierno japonés no excluía el riesgo de una explosión en el reactor número 3 de Fukushima(2), María Teresa Domínguez consideraba que las informaciones que le llegaban eran “tranquilizadoras”(3) y Xavier Díaz, Catedrático de Ingeniería Nuclear de la Universitat Politècnica de Catalunya afirmaba con rotundidad que “cada día que pasaba jugaba en favor de la seguridad”.(4)
Menos de una semana después, el 18 de marzo, Japón aumentaba el nivel de gravedad del accidente nuclear en Fukushima de 4 a 5, situándose con ello como el segundo peor accidente nuclear de la historia(5). El 29 de marzo un trabajador de Fukushima declaraba: “si esto sigue así, mucho me temo que podríamos ver algo peor que en Chernobil”(6)
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