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Miradas sobre una década chavista: entrevista al activista político Simón Rodríguez Porras

Miradas sobre una década chavista: entrevista al activista político Simón Rodríguez Porras

La Clase

Por Armando Chaguaceda

Con este texto continúa una serie de tres entregas sobre la actualidad e historia política reciente de la Republica Bolivariana de Venezuela, evaluada desde la perspectiva plural de diversos intelectuales y activistas de la patria de Bolívar, realizadas en el marco de una estancia académica del entrevistador, en abril pasado. En esta ocasión contamos con el aporte de Simón Rodríguez Porras, músico de formación y militante por vocación, quien se desempeña como coordinador de la página web Laclase.info y activista del partido Unidad Socialista de Izquierda. El principal valor de su mirada es el de provenir de una izquierda crítica, desmarcada de las posturas del Gobierno y la oposición reunida en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que trata de articular, junto con movimientos sociales, sindicatos combativos y organizaciones populares autónomas, una alternativa dentro de la polarización vigente.

Este 2011 se cumplen doce años de la asunción de la presidencia de Venezuela por Hugo Rafael Chávez Frías, con un discurso preñado de promesas refundacionales. ¿Cuáles son a su juicio las causas que explican el ascenso y mantenimiento en el poder de dicha figura por más de una década?

Simón Rodríguez Porras (SRP): La llegada de Chávez a la presidencia por vía electoral viene a coronar toda una década de crisis política, que se abre con el levantamiento popular del 27 de febrero de 1989 contra el paquetazo de Carlos Andrés Pérez, fecha que marca la decadencia irreversible del bipartidismo burgués del Pacto de Punto Fijo, subordinado a las multinacionales y el FMI. Los de arriba no podían seguir dominando como venían haciéndolo, y la fuerza ascendente de la protesta estudiantil, obrera y popular demostraba que los de abajo no estaban dispuestos a seguir tolerando su condición de explotación y exclusión. Los partidos del status quo y de la izquierda reformista también mostraron su agotamiento y casi nula representatividad, mientras que se desarrolló una resistencia popular de gran magnitud contra los ajustes del FMI. Ya en 1993 se expresa electoralmente la ruptura con el bipartidismo cuando la mayoría de los electores optaron por candidaturas distintas a las de AD y Copei.

Chávez capitalizó en 1998 el rechazo a la élite partidista que gobernó el país a partir de 1958, completamente degenerada, corrupta, subordinada al imperialismo. En virtud de su participación en la rebelión militar de febrero del 92, y un discurso de ruptura y refundación del sistema político, Chávez cabalgó sobre el descontento popular y ganó las elecciones, con una plataforma electoral que incluía a partidos del régimen, políticos socialdemócratas y socialcristianos, militares de derecha, estalinistas. Cuando uno lee las bases programáticas del MBR-200, se trata de un galimatías posmoderno sin definiciones precisas. Cuando Chávez gana las elecciones, ya había depuesto sus propuestas más avanzadas, como el no pago de la deuda externa, pero mantenía la consigna de la refundación institucional a través de la Asamblea Constituyente, para lograr la inclusión política de las mayorías marginadas por el bipartidismo. De allí su discurso acerca de la democracia participativa y protagónica.

En los primeros años de su Gobierno, el pueblo venezolano logra conquistas importantes, como la redacción de una nueva Constitución que recoge avances en materia de derechos humanos, aumentos del salario mínimo por encima del índice inflacionario, un importante aumento en los impuestos a las transnacionales petroleras. La mayor parte de la burguesía, exceptuando a un sector minoritario que apoyaba a Chávez, se lanza en un ataque furibundo contra el Gobierno, el gremio empresarial acaudilla a la burocracia sindical y a los partidos burgueses tradicionales, y Chávez se apoya en la movilización popular para maniobrar defensivamente frente a una reacción con rasgos semifascistas. Por eso es derrotado el golpe de abril de 2002 y el lock out patronal de diciembre de 2002 y enero de 2003, gracias a una poderosísima movilización de los trabajadores y los sectores populares. El triunfo obrero y popular se traduce en el lanzamiento de las Misiones, programas de educación y salud que tuvieron un importante impacto en su primera etapa, aunque hoy se encuentran en franco retroceso.

Ese perfil de representar la ruptura con el bipartidismo, su discurso antiimperialista, las conquistas sociales y democráticas de los primeros años de su gobierno, son lo que explica la importante base social que aún mantiene el Gobierno, a pesar de que se ha deteriorado de manera notoria, en parte porque hoy ataca directamente y destruye muchas de esas conquistas, y porque al haberse mantenido en el marco capitalista fue incapaz de atender graves problemas sociales como el déficit de vivienda o el subempleo y el empleo informal que rondan el 50 %.

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