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La bancarrota de Grecia

La bancarrota de Grecia

Tomado de la web Guerra Eterna

Iñigo S. Ugarte

Grecia (población: 10.700.000 personas) tiene una deuda de 340.000 millones de euros. Eso supone cerca del 150% del PIB actual. Incluso con el nuevo ’rescate’ que estudia ahora la UE esa deuda supondrá el 160% del PIB en 2015. Pagar los intereses de esa deuda equivaldrá al 10% del PIB. El déficit presupuestario aún será del 8%.

¿Qué posibilidades tiene Grecia de estar en condiciones de asumir esa deuda? Ninguna. El PIB del país cayó el 4,5% en 2010. Este año, se calcula que la caída será cercana al 3%. Es un caso típico de medicina que mata al paciente. El recorte del gasto público es inevitable. El consumo privado se hunde. El paro sube al 16%. El Estado recauda menos por impuestos, sube el IVA para compensarlo y eso hunde aún más el consumo. Es un círculo infernal.

Grecia está en bancarrota.

A partir de ahí, todas las opciones son horribles. O bien, hay algunas que son malas y otras que son peores. No hay ningún camino "sostenible" para reconducir la economía griega, como le gusta decir a la UE. El préstamo de 110.000 millones de euros era el instrumento que iba a permitirlo. Fracasó. Ahora se obliga al Gobierno a aprobar otra ronda de medidas de austeridad, más recortes de gasto, más aumentos de impuestos y un programa de privatizaciones. Es la antesala de otro crédito de, probablemente, una cantidad similar.

Entre 2012 y 2014, Grecia necesita no menos de 170.000 millones para pagar las deudas que vencen y el funcionamiento de su Estado. Es un dinero que no tiene. Su economía en recesión no lo va a generar. Si la situación económica de Alemania lo exige, el BCE subirá los tipos de interés haciendo aún más difícil una hipotética recuperación de la economía griega.

En cualquier otro lugar del mundo, eso obligaría a aprobar una suspensión de pagos, una renegociación de la deuda y una quita a muchos de los que arriesgaron su dinero en la empresa Grecia, S.A. Fue una inversión de un riesgo excesivo y los que compraron esos bonos soberanos creyeron en la solvencia de una marca que no era tal. Es lógico que asuman una parte de las pérdidas.

Las condiciones serían durísimas. El acceso del país a los mercados se vería comprometido durante mucho tiempo. Grecía pagaría un precio tremendo. Hay que repetirlo: no hay ninguna solución que ahorre a esa sociedad un sacrificio terrible durante una década.

Las reglas de la economía de mercado se retuercen cuando los que están en posiciones de poder tienen que asumir una parte del dolor. El Banco Central Europeo ha comprado bonos soberanos griegos por valor de al menos 49.000 millones de euros. Ahora no quiere asumir su responsabilidad sobre decisiones que se tomaron por razones políticas. Los bancos griegos también empeñaron miles de millones. La suspensión de pagos podría empujar a algunos a la quiebra. Los bancos franceses y alemanes, lo mismo. Ellos no se hundirían, porque las cifras del riesgo no son tan grandes en relación a sus activos. Además, y esto es más importante, exigirían a sus gobiernos una compensación.

Una suspensión de pagos, casi de cualquier tipo, por muy negociada que fuera, perjudicaría a otros países como España. La zona euro perdería la virginidad, su credibilidad financiera. Los mercados sabrían que no garantiza que todos y cada uno de sus integrantes paguen sus deudas. Nadie puede descartar que se produzca una reacción de pánico, lo que llaman el momento Lehman Brothers.

Ya en Irlanda se optó por salvar a los bancos. La prioridad no era salvar a la economía del país. Ahora lo que cuenta es proteger a los bancos, al Banco Central Europeo y a la zona euro.
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Esta noche el Parlamento griego ha aprobado la moción de confianza presentada por el Gobierno de Papandreu: 155 votos a favor, 142 en contra y dos abstenciones. La próxima semana, se someterá a votación el nuevo plan de austeridad.
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