México, los infortunios de un Libre Tratado
Rebelión
Por Hedelberto López Blanch
El Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) acordado en 1994 entre México, Estados Unidos y Canadá, lejos de beneficiar al país azteca, le ha llevado a ser más dependiente económica y políticamente del gigante del norte.
Si en el año que entró en vigor el acuerdo, México según el Fondo Monetario Internacional (FMI), aparecía en el noveno lugar entre las naciones con mayor Producto Bruto Interno (PBI), hoy ese país se encuentra en el 14, después de sobrepasarlo Rusia, India, España y Australia, mientras que Corea del Sur esta muy cerca de desplazarlo al 15 puesto.
Pero a la hora de analizar los datos, no solo se puede medir el PIB de la nación, sino lo que ha significado abrir al capital privado, como lo exige el TCLAN, todos los sectores productivos y de servicio.
Prácticamente, las compañías transnacionales con sede en diferentes países y en especial de Estados Unidos, se han adueñado de la economía, y la soberanía de país, pues dirigen comercio, producción y servicio, a la par que extraen los beneficios obtenidos de la nación azteca.
Uno de los acápites del Tratado, ata de pies y manos a cualquier presidente o partido que llegue al poder pues permite a las compañías estadounidenses proceder legalmente contra el gobierno y exigir compensaciones extraordinarias, si se promulgan leyes que atenten contra sus intereses económicos.
Esa cláusula impide a los mexicanos acudir a tribunales nacionales cuando se presenten diferencias, mientras en los internacionales las disputas son inapelables, las audiencias casi siempre son secretas y Estados Unidos puede ser demandado pero sin reclamos a los inversionistas.
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