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"Vamos a cazar a esos gitanos"

"Vamos a cazar a esos gitanos"

El diario El País publica hoy un relato escalofriante de su corresponsal en Roma, Pablo Ordaz, sobre un ataque de los grupos filo-fascistas seguidores del equipo de fútbol Juventus contra un barrio  gitano ubicado en la periferia de Turín.

Según la nota aparecida en el rotativo, el conflicto se desató luego de que una adolecente de 16 años le contara a sus padres que unos gitanos habían abusado sexualmente de élla, para evitar ser reprendida por refocilarse con su amante. El falso testimonio fue secundado por el hermano mayor de la denunciante, no sólo frente a sus padres, sino también ante la policía.

La noticia sobre la supuesta violación se esparció rápidamente entre los vecinos del barrio Vallette (en donde viven la joven y su familia) y “decidieron manifestarse contra el oprobio. Al principio, pacíficamente. Luego, con gritos y piedras. Al final, un grupo de hinchas con insignias de la Juventus se hizo con el control de la protesta y avisó: ‘Los niños y las mujeres, a casa. Vamos a cazar a esos gitanos’. Ya era de noche cuando las chabolas empezaron a arder”.

Para cuando los hermanos aceptaron que la acusación era falsa (no por remordimiento, sino porque no supieron responder las preguntas de la policía), los fascistas seguidores de la Juventus, encabezando a una masa torpe, envilecida, enajenada y enardecida, destruían todo a su paso.

Cuenta Ordaz que por la mañana, por televisión, se veía a los gitanos “cabizbajos, en silencio, intentando recuperar sus enseres entre las barracas humeantes, como si la agresión de la noche pasada –o la próxima— formara parte del guión inevitable de sus vidas”.

Este horrible suceso no sólo muestra el racismo tan arraigado que caracteriza a las sociedades europeas occidentales, y el aumento de acciones fascistas contra ciertas minorías a las que, por ignorancia y envilecimiento, se les responsabiliza de ser las causantes de todos los efectos negativos del capitalismo; también pone de manifiesto el rol delincuencial de estos grupos de “apoyo” constituidos en torno a los incontables clubes de fútbol de buena parte de Europa. 

En España, por ejemplo, es de sobra conocido el carácter fascista y racista del grupo Ultra Sur que aparece en el Bernabéu cada vez que juega el Real Madrid, equipo ligado de siempre con el franquismo. No hay partido de fútbol en el que no griten consignas fascistas y dediquen insultos raciales contra los jugadores que no son blancos.

Tan pronto se hurga un poco en el historial de estas agrupaciones, empienzan a  aparecer sus vínculos de complicidad con los partidos políticos, cuerpos policiales y asociaciones patronales.

Estos grupos, que a menudo son infiltrados en manifestaciones pacificas para que causen desmanes que, a su vez,  justifiquen la represión policial; que incitan y encabezan  agresiones contra la inmigración, etc.,  son sumamente peligrosos para el movimiento obrero.

El fascismo nunca se fue, pero sus manifestaciones en todos los ámbitos de la vida social son cada vez mayores, y para enfrentar esta realidad es preciso tener plena conciencia de su preocupante fortalecimiento. 

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